martes, 27 de enero de 2009

Plaza de Toros


En 1963 un grupo de cordobeses fundaron una sociedad para promover su construcción: José Rodríguez Jiménez, José Gómez Salmoral, José Pérez Barquero, Rafael Guerra Sánchez, Rafael Marchal Ceballos y Manuel Navas Quero. Así con el proyecto de José Rebollo Dicenta y su dirección técnica, se inician las obras en el mes de junio.

Con una capacidad para 16.900 personas, se inaugura el 9 de mayo de 1965, con una corrida a beneficio de la Asociación Española de Lucha Contra el Cáncer, organizada por el matador Manuel Benítez "El Cordobés" y que también participaron José María Montilla y Zurito, lidiando reses de Carlos Nuñez:

Actualmente está considerada como plaza de 1ª Categoría siendo de titularidad privada y estando gestionada por la empresa Taurotoro.El Coso de los Califas" es el nombre de la Plaza de Toros de Córdoba, que se inauguró en 1965 por Jose Maria Montilla, Manuel Benitez "El Cordobés" y Zurito, con toros de Carlos Nuñez. El aforo es de 16.900 espectadores. Está entre la Gran Vía del Parque, la Calle Machaquito y la Calle de Nuestro Padre Jesús Caído.

Museo Torre de la Calahorra

Desde 1955 se encontraba en este edificio (una torre musulmana) el Museo Histórico Municipal de Córdoba. Sin embargo, en 1987 el Ayuntamiento cedió el uso del inmueble por 49 años a la Fundación Garaudy que instaló un museo dedicado a la Córdoba medieval (siglos IX-XIII) y en el que se muestran maquetas, dioramas y una espectáculo sonoro.

Museo de Paleobotánica



Su colección de vegetales fósiles arranca de la donación del Profesor Roberto Wagner, que consta de más de 150. 000 ejemplares, esencialemente hispanos, a la que se le han ido sumando otras piezas procedentes de todo el mundo. El museo se ubica en un edifico histórico, el molino del Guadalquivir próximo al Jardín Botánico al que está vinculado. El molino conserva partes medievales y renacentistas, habiendo sido ampliado en el siglo XX en el que se le añadieron dos plantas en las cuales, una vez restauradas, se ha instalado el museoLas floresterrestres a través de los tiempos geológicos es el título de la guía que ha editado el Ayuntamiento junto con el Jardín Botánico para dar a conocer el patrimonio paleobotánico que alberga el Molino de la Alegría. Y es que como aseguró ayer el responsable de la Unidad Paleobotánica del jardín, Roberto Wagner, "este museo es único en España y de los pocos que hay en el mundo dedicado en exclusiva a esta materia". Con este manual, que ha tenido un presupuesto de 10.000 euros y del que se han editado 3.000 ejemplares, se intenta dar a conocer a los cordobeses y los visitantes la importancia que tienen los fósiles que alberga el molino de agua de origen alto medieval y renacentista. Y es que, como indicó Wagner, en este museo y a través de la guía "podemos profundizar en la flora que se ha ido sucediendo en los ambientes terrestres a través de los tiempos geológicos a lo largo de más de 400 millones de años". Gracias a la exposición que alberga el museo "se puede reconocer así que los paisajes actuales, con sus costas, sierras y llanuras no han estado siempre ahí y son pasajeros y que, incluso, la distribución de mares y continentes era muy distinta en las etapas diferentes de la historia del planeta".

Por su parte, el concejal de Medio Ambiente, Francisco Cobos, señaló que la guía era "imprescindible" para que los visitantes y los docentes que visitan la exposición de paleobotánica pudieran tener una visión más amplia y profunda de esta ciencia, ya que en el manual se "detalla con rigor qué es la paleobotánica y las especies vegetales que había en la Tierra a lo largo de los tiempos". Además, Cobos hizo hincapié en la necesidad de explicar el patrimonio recogido, ya que "si no, pasa desapercibido para el gran público". La guía, al igual que la exposición del museo, hace un recorrido de la flora desde que ésta conquistó el planeta. Así, se hace un repaso por la vegetación pérmica, triásica, jurásica, cretácica, terciaria y cuaternaria, así como por la interacción que ha habido entre el mundo animal y vegetal, además de con el carbón y el ámbar y las maderas fósiles. La exposición del museo se distribuye en dos plantas, en la baja, se encuentra la reconstrucción de una licofita, así como la escenografía del yacimiento carbonífero de Puertollano, denominada la Pompeya Paleobotánica, en la que se distinguen fósiles originales. Asimismo, en la planta alta, hay una vitrina dedicada a la flora en cada uno de los tiempos geológicos, así como a troncos de coníferas y de bennettial, y la escenografía del contacto que han mantenido la flora con el ámbar, el carbón y los animales. Un paseo por la historia de una forma distinta y atractiva que sirve de aula práctica de paleobotánica para aficionados y curiosos de toda España.

El Museo de Paleobotánica cuenta con una colección de vegetales fósiles muy extensa, además es el único dedicado sólo y exclusivamente al estudio de estos fósiles en España. Arranca de la donación del profesor Robert Wagner y consta de 150.000 ejemplares. El museo se ubica en el Molino de la Alegría, conservando partes medievales y renacentistas.

Museo Etnobotánico


Inaugurado en 1992, con un "look" Expo'92 de Sevilla, este museo está dedicado a la relación entre las plantas y los humanos. Ubicado en el Jardín Botánico, posee un edificio de nueva planta en el que en tres salas se traza un recorrido por típicos ambientes climáticos, poniendo en valor la interacción de la actividad antrópica con el medio natural, concluyendo con una reflexión sobre la importancia de la biodiversidad del planeta.

El marco conceptual del museo trata fundamentalmente de exposiciones que tuvieron lugar en los años previos a la inauguración del museo, incluidas en el programa cultural que desarrolló el Jardín Botánico de Córdoba dentro de Etnobotánica 92, y cuyo objetivo primordial fue acercar a la sociedad cordobesa al complejo mundo de las plantas: un mundo imprescindible para la supervivencia del ser humano, que hay que amar y respetar.

Las piezas que formaron parte de dichas exposiciones, pasaron, posteriormente, a ser incluidas en los fondos del museo.
Marcaron el momento en que comenzó a hacerse realidad la complejidad documental y conceptual que supone el Museo de Etnobotánica.

El Museo de Etnobotánica se encuentra situado en la Jardín Botánico de Córdoba. El enfoque de este museo es enseñar cómo las culturas tradicionales, y especialmente la de los pueblos indígenas de América, han tenido una amplia relación con el mundo vegetal así como en la generación de conocimiento que estos han realizado sobre las utilidades de las especies, formas de explotación y aprovechamiento, así como la mejora y selección de muchos cultivos a través de cientos de generaciones.

El museo consta de tres salas de exposición permanente en las que se estudian las diferentes modalidades en la interacción humanidad/planta mediante una gran variedad de objetos etnobotánicos, módulos instalados con sistemas de transiluminación, piezas, paneles interactivos y documentación gráfica, para acabar con una reflexión sobre la transcendencia de la conservación de la biodiversidad del planeta. La cuarta sala está dedicada a exposiciones itinerantes.Este museo posee una importante colección de fósiles paleobotánicos representativos de todas las edades geológicas.

Vista panorámica
Creado en 1980, el Museo de Etnobotánica y el Jardín Botánico de Córdoba conserva una amplia representación de la flora de España y, en especial, de la flora de Andalucía. Constituye un entorno único donde se muestran los usos tradicionales de las plantas y su utilidad para el ser humano. Las colecciones de plantas están distribuidas en varias áreas: entre ellas, el Arboretum, con árboles y arbustos de todo el mundo; la Rosaleda; la Escuela Botánica; el Jardín Tacto-Olfativo; los Invernaderos de Exhibición, con numerosos endemismos de las Islas Canarias; el Museo de Etnobotánica y el Museo de Paleobotánica.

Museo Diocesano


Se encuentra situado en el antiguo Palacio Arzobispal, junto a la Mezquita y posee una rica y amplia colección de piezas de arte religioso procedentes de toda la diócesis. Se creó a iniciativa del obispo José Antonio Infantes Florido, para conservar el patrimonio histórico artístico de la Diócesis y servir para la evangelización y transmisión visual del mensaje cristiano y aportar un estímulo al mundo de la cultura. Fue inaugurado el 1 de julio de 1988.

Tipo de visita: Museos - Sacro

Ubicado en el Palacio Episcopal, el recorrido por el edificio constituye uno de los intereses de la visita. De su patio central arranca una de las principales escaleras barrocas de Córdoba. En él se encuentra la Capilla del Pilar, construida en el siglo XVIII, además de algunos restos arqueológicos. Custodia una colección de pintura, escultura, mobiliario y tapices de los siglos XIII al XVIII, fruto de la fe del pueblo cristiano de Córdoba. Destacan las piezas procedentes de la Catedral y la colección de pintura y escultura del siglo XVI.

Museo de Bellas Artes


De los museos existentes en la actualidad en la ciudad de Córdoba, éste es el más antiguo, creado en 1844 con los bienes de la Desamortización. Ocupa un antiguo edificio, el Hospital de la Caridad que fuera fundado por los Reyes Católicos, edificio que es tan singular como pequeño. Entre sus colecciones (arte barroco cordobés, arte moderno español...) destaca la de dibujos, en la cual existen buenos ejemplares desde el siglo XVI en adelante. En la actualidad existe un proyecto de construir un nuevo edificio para este museo en la otra margen del Guadalquivir.

El Museo de Bellas Artes de Córdoba, inaugurado en 1862 en Córdoba (España), se encuentra en la Plaza del Potro, en el antiguo Hospital de la Caridad, que también sirve de sede al Museo Julio Romero de Torres.

En su origen, los fondos conservados en el museo provenían en su mayoría de las desamortizaciones de 1835 y 1868, que hicieron públicas numerosas obras de arte que pertenecían a diversos conventos cordobeses. Desde entonces, la colección del museo ha ido creciendo gracias a diversas donaciones y hoy se pueden ver obras de los más famosos artistas cordobeses.

Pintores

Escultores

historia

Mal de amores. La imagen ilustra la sección Historia
Mal de amores

En la Plaza del Potro, frente a la Posada del mismo nombre y compartiendo recinto con el Museo Julio Romero de Torres, se encuentra desde 1862 el Museo de Bellas Artes de Córdoba, en la parte más significativa de lo que antes fuera Hospital de la Caridad, establecimiento éste creado en el último cuarto del siglo XV, aunque sus restos arquitectónicos más notables, como la escalera, el patio o la capilla pertenecen a los primeros años del XVI. No obstante, su configuración arquitectónica actual es fruto de diversas modificaciones experimentadas fundamental­mente a lo largo del siglo XX,mediante la adhesión de algunas edificaciones anejas en función de las nuevas necesidades planteadas por las donaciones y depósitos que ha ido recibiendo.

Fundado en 1844, desde 1862 ocupa distintas dependencias de lo que fue el antiguo Hospital de la Caridad, institución patrocinada por los Reyes Católicos a fines del siglo XV. Sus fondos están constituidos fundamentalmente por obras procedentes de los conventos cordobeses desamortizados en 1835 más los incrementos de las desamortizaciones de 1868 y las posteriores compras, depósitos y donaciones. Su discurso museológico se orienta básicamente a presentar el arte cordobés de los siglos XIV al XX, contando también con una sala dedicada a la exhibición de obras sobre papel. Este Museo guarda un importante repertorio de obras de los siglos XIV al XVI de artistas como Alonso Martínez y Pablo de Céspedes. Del barroco cordobés, destaca el conjunto debido a Antonio del Castillo Saavedra, obras de Juan de Valdés Leal y una escultura de Juan de Mesa. Un capítulo muy significativo del arte local es el desarrollado entre la primera desamortización y la Guerra Civil. Etá aquí, entre otros, el grueso de la obra de Rafael Romero Barros y sus discípulos: sus hijos Rafael, Enrique y Julio Romero de Torres. El fondo de pinturas, esculturas, grabados y fotografías del siglo XX está formado por trabajos de autores como Ginés Liébana, Equipo 57, José Mª Báez,, Jacinto Lara y Pedro Bueno. El Museo también dispone de una colección de arte moderno español y de dibujos y estampas. Del primer apartado existe obra de Fortuny, Rusiñol, Ramón Casas, Zuloaga y Gonzalo Bilbao. Por otra parte, la colección de dibujos y estampas es una de las secciones más características. Cuenta con obras de Joaquín Sorolla, José de Ribera y Vicente López, entre otros, mientras que la compuesta por estampas está formada por trabajos de autores como Goya o Baroja.

Casa Museo Arte sobre Piel















Este museo monográfico, situado en una casa historica restaurada en el barrio de la Mezquita, reúne la obra del artista Ramón García Romero (Córdoba 1942), el cual ha centrado su actividad en la recuperación de las técnicas medievales islámicas del trabajo sobre cuero. Son los afamados "cordobanes" y "guadamecíes" tan vinculados a la ciudad de Córdoba en la época de su máximo esplendor del califato como para recibir de ella el nombre. Cuarenta años de trabajo e investigación de Ramón García Romero se plasman en la colección de este museo

La Casa Museo Arte sobre Piel, situada en pleno casco histórico de Córdoba, junto a la Mezquita, muestra como exposición permanente la obra del artista Ramón García Romero, que tras una larga investigación en el Tiempo y la Historia, recupera para la humanidad el guadamecí omeya.

Esta interesante recuperación se muestra a lo largo de cinco salas, junto con otras técnicas antiguas del cuero.

El objetivo de esta Casa Museo, es poner a disposición del visitante la belleza de la cultura de Córdoba.

Se trata de un legado histórico y artístico único en el mundo.

La exposición está comentada a lo largo de todo su recorrido por textos explicativos en español, inglés, francés y alemán.

La recepción de la Casa Museo dispone de un pequeño espacio, destinado a la venta al público de miniaturas realizadas sobre cuero.El objetivo de esta Casa Museo, es poner a disposición del visitante la belleza de nuestra cultura. Se trata de un legado histórico y artístico único en el mundo. La exposición está comentada a lo largo de todo su recorrido por textos explicativos en español, inglés, francés y alemán.

El precio de la entrada es de 3 euros. Para menores hasta 12 años, la entrada es gratuita.
La recepción de la Casa Museo dispone de un pequeño espacio, destinado a la venta al público de miniaturas realizadas sobre cuero.

Para más información le invitamos a visite la página-web de la casa museo: www.artesobrepiel.com

Se encuentra situado junto a la Mezquita, en la Plaza Agrupación de Cofradías. Muestra una bella colección de guadamecíes y cueros de Córdoba realizados por el artista Ramón García Romero. Su visita nos permite adentrarnos en la historia de una parte muy importante de la artesanía típica cordobesa.

Museo Arqueológico


Galería de los brocales. La imagen ilustra la sección Historia
Galería de los brocales

El Museo Arqueológico de Córdoba, como la mayoría de las instituciones museísticas españolas, ha discurrido por una larga trayectoria histórica hasta desembocar en su sede actual, enclavada en el Casco Histórico cordobés, declarado Patrimonio de la Humanidad.

En 1844, las piezas arqueológicas procedentes de las desamortizaciones de los conventos cordobeses se reúnen y custodian en el Museo Provincial de Bellas Artes, formando la Colección de Antigüedades, más tarde, Sección de Antigüedades. El Museo de Bellas Artes sufrirá diversos traslados y con él la colección de piezas arqueológicas: la primera sede fue el Colegio de la Asunción; en 1849 se trasladó a la Diputación Provincial; y en 1861 pasa definitivamente al Hospital de la Caridad.

El Museo Arqueológico Provincial de Córdoba se creó finalmente en1868, y a pesar de tener consideración de museo autónomo compartirá sede durante varios años con el Museo de Bellas Artes. La separación física entre ambas colecciones se produce en 1920, cuando el Arqueológico se instala en la plaza de San Juan. De aquí pasaría poco después a la casa mudéjar de la calle Velázquez Bosco (hoy calle Samuel de los Santos).

En esta etapa de transición, de 1921 a 1959, que culminará con el traslado a la sede definitiva, estarán al frente del museo Joaquín María de Navascués, Fernando Valls-Taberner y Blas Taracena –en el breve paréntesis de la Guerra Civil– y Samuel de los Santos. La larga y fructífera etapa de Samuel de los Santos al frente de la dirección se caracterizó por su impulso a la nueva sede, por el gran avance en la investigación, por su participación en numerosas excavaciones y por la realización de un nuevo inventario y catálogo.

Bajo la dirección de Ana María Vicent Zaragoza, de 1959 a 1987, el museo se instaló en su actual sede, el Palacio de los Páez de Castillejo, produciéndose un incremento considerable de los fondos conservados, la creación del servicio de investigación de arqueología urbana, el nacimiento de la excelente biblioteca especializada en arqueología, y la edición de una revista científica, Corduba Archaeologica. El Museo Arqueológico de Córdoba se convierte en uno de los más completos de España, siendo declarados su edificio y colecciones Monumento Histórico Artístico en 1962.

El Palacio de los Páez de Castillejo es aún hoy sede del museo, pero desde hace años venía demandando una serie de reformas para adaptar sus instalaciones internas, sus servicios al público y sus espacios de exposición, a las necesidades de un museo de su importancia, según los criterios de una moderna museología. En la redacción del Programa Museológico de 1992, renovado parcialmente en 1998, se pusieron las bases que habían de regir la ampliación del museo.

Paralelamente, se impulsaron los estudios arqueológicos en los solares anexos, lo que nos permitirá contar en el museo con un yacimiento en el que será posible documentar importantes estructuras de época romana, como el antiguo teatro de Colonia Patricia Corduba, pero también talleres artesanales tardorromanos y casas medievales andalusíes, que conectan históricamente con los restos de época medieval conservados dentro del palacio y con la gran construcción renacentista de Hernán Ruiz II.

En 1998 se convocó un concurso internacional de ideas para la construcción de un edificio de nueva planta destinado a la ampliación del Museo, resultando vencedor el proyecto defendido por el equipo de arquitectura e ingeniería IDOM.

En una primera fase, se está construyendo un edificio de nueva planta donde se ubicarán los talleres, despachos y espacios de trabajo del museo, además de biblioteca, salón de actos, sala de exposiciones temporales, espacios de acceso y servicios para los visitantes, y tienda. Asimismo, en el sótano se podrán visitar los restos arqueológicos del que fue el mayor teatro de la Hispania romana.

Una vez concluida esta obra comenzarán los trabajos de rehabilitación del Palacio de los Páez de Castillejo, que continuará albergando en el futuro la mayor parte de las salas destinadas a la exposición permanente, ampliando considerablemente el espacio disponible. Paralelamente, se trabajará en la puesta en valor de los restos arqueológicos del solar norte, donde se conservan trazas importantes de la reforma urbanística ideada en Córdoba durante los últimos años del siglo I a.C.

El Museo Arqueológico de Córdoba está instalado desde 1960 en el Palacio Renacentista de los Páez de Castillejo que ostenta una singular fachada y en torno a cuyos generosos patios se ordenan las salas de exposición. Su colección es muestra de los hallazgos en la provincia, destacando las piezas ibéricas y romanas, especialmente estas últimas de los hallazgos producidos en la ciudad. En obras efectuadas en una zona lateral del propio edificio apareció el graderío de un teatro de época romana, que se ha conservado in situ. Con los años el edificio se ha quedado pequeño para las necesidades de un museo arqueológico, que requiere especialmente de grandes zonas de almacén, por lo que se han comprado edificios colindantes para su próxima ampliación]

colecciones

Afrodita agachada. La imagen ilustra la sección Colecciones
Afrodita agachada

El Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba está considerado como uno de los museos más completos de España. A la importancia de muchas de sus piezas hay que sumar el hecho de que estamos ante una colección arqueológica completa, donde todas las épocas, desde la Prehistoria hasta la Edad Media, están muy bien representadas. Tras un tiempo en el que parecía predominar una cierta tendencia a la especialización de los museos arqueológicos en una determinada cultura o en una época concreta, el Museo Arqueológico de Córdoba pretende destacar de forma especial en el carácter continuo de su colección. Y son muy pocos los grandes museos que pueden hacer afirmaciones de este tipo.

El crecimiento de las colecciones del museo es continuo, gracias a la riqueza arqueológica del subsuelo de Córdoba a y las numerosas obras que se llevan a cabo en la ciudad, a los ingresos procedentes de los pueblos de la provincia, y a otros derivados de los proyectos de investigación. Y este crecimiento tiene su reflejo en la exposición, siendo frecuente la presentación de nuevas piezas o la renovación de las expuestas en las diferentes salas o vitrinas. Este dinamismo otorga a la exposición un carácter vivo, lejos de la imagen de rígida estabilidad que a veces tenemos de los museos.

La colección inicial, formada esencialmente con las piezas entregadas en 1868 por la Comisión Provincial de Monumentos para la formación del Museo, ha crecido considerablemente. Miles de nuevas piezas han ido ingresando en el museo gracias a donaciones o cesiones en depósito, con diferentes orígenes: realizadas por particulares; producto de incautaciones de materiales por parte de la autoridad policial ante actuaciones contrarias a la legislación sobre Patrimonio Histórico; hallazgos fortuitos de piezas; y, sobre todo, producto de las intervenciones arqueológicas autorizadas por la Consejería de Cultura y realizadas tanto en la ciudad como en la provincia. En ese sentido, la protección actual del patrimonio arqueológico y la reglamentación sobre las intervenciones arqueológicas de urgencia, unido al paralelo desarrollo de la investigación, han contribuido durante las últimas décadas a avanzar notablemente en el conocimiento de nuestro entorno inmediato, así como a ampliar de forma considerable las colecciones conservadas en el Museo Arqueológico y Etnológico, que hoy cuenta con más de 33.500 piezas inventariadas, habiendo sido necesaria la utilización de un almacén externo.

Es posible que una o varias piezas de interés estén fuera del museo en el momento de la visita. El gran valor de muchas de las obras pertenecientes a la colección permanente, incluso descontextualizadas, hace que sea frecuente que alguna de ellas no se encuentre temporalmente expuesta, por estar participando en exposiciones organizadas por otras instituciones nacionales o extranjeras. La disponibilidad del museo para participar en las numerosas exposiciones temporales internacionales para las que presta piezas es una forma más de poner en valor y difundir el rico patrimonio arqueológico de la provincia. Sin embargo, aunque al realizar la visita al museo falte alguna obra en la exposición, el resto de las piezas expuestas puede cubrir perfectamente las expectativas de cualquier visitante. Y, en cualquier caso, las puertas del museo siempre seguirán abiertas para ofrecer a todo aquél que se acerque a él un paseo por la evolución histórica y cultural cordobesa.



Plaza del Potro


Situada junto a la ribera del río Guadalquivir, la plaza del Potro debe su nombre a la figura de un potrillo que corona la fuente del año 1577 situada en el centro de la plaza.

La plaza del Potro es una de las plazas más afamadas de Córdoba ya que la misma aparece incluso en El Quijote, al haberse hospedado en la posada del Potro Cervantes.

Terminada la calle de Lineros encontramos la plazuela del Potro y continúa una calle que también ha llevado este nombre, la que en 1862 dedicaron al célebre poeta cordobés Lucano, cuyos datos biográficos son tan conocidos. Se ha llamado de los Cordoneros, por los muchos de este oficio que en ella vivieron, y de los Mesones, por la posada de la Madera que en ella existe, y las de la Espada y la Herradura, que eran las casas números 28 y 14. La primera tenía por muestra una antigua espada de taza colgada de una cadena, y la otra varias herraduras pintadas en una tabla. Esta última fue incendiada por los facciosos cuando la venida de Gómez, y quemados por sus llamas dos nacionales allí refugiados, de lo cual daremos pormenores al ocuparnos de aquellos acontecimientos.
Cerca de la posada de la Madera hubo en la pared, hasta 1841, un hermoso cuadro con la Concepción, obra de Antonio del Castillo, cuyo paradero ignoramos, y que le decían de los Escribanos por haberla costeado los mismos, dueños de dicha posada y de las casas inmediatas.
Todo este sitio era conocido por el Potro, nombre que abrazaba gran parte del barrio, como las calles de Lineros, Badanas, plazuela de San Nicolás y parte de la Ribera se llamaban la Curtiduría, por las muchas fábricas de curtidos que desde tiempo de los árabes había en todo aquel trayecto.
El Potro era el lugar destinado a la venta del ganado caballar y mular, y por consiguiente muy concurrido, tanto por los cordobeses como por todos los forasteros que venían a ver esta ciudad, así es que se hace mención de él en muchas obras y especialmente en las del inmortal Cervantes. Hoy, mermado su terreno por la construcción del hospital de la Caridad y otros edificios, es una plazuela entrelarga a la que afluyen las calles de Lineros, Lucano, Sillería y una travesía que la comunica con la de San Francisco. En uno de sus extremos tiene una fuente que hasta 1847 estuvo en el lado opuesto, construyéronla de primera vez en 1577, y la coronaron con un potro que con las manos levantadas sostiene el escudo o armas de Córdoba

Miguel de Cervantes en su prólogo al lector en la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, en referencia a La Plaza del Potro:

Leyenda de la alusión de Cervantes a esta plaza.
Leyenda de la alusión de Cervantes a esta plaza.
Había en Córdoba otro loco, que tenía por costumbre de traer encima de la cabeza un pedazo de losa de mármol, o un canto no muy liviano, y, en topando algún perro descuidado, se le ponía junto, y a plomo dejaba caer sobre él el peso. Amohinábase el perro, y, dando ladridos y aullidos, no paraba en tres calles. Sucedió, pues, que, entre los perros que descargó la carga, fue uno un perro de un bonetero, a quien quería mucho su dueño. Bajó el canto, diole en la cabeza, alzó el grito el molido perro, violo y sintiólo su amo, asió de una vara de medir, y salió al loco y no le dejó hueso sano; y cada palo que le daba decía: “Perro ladrón, ¿a mi podenco? ¿No viste, cruel, que era podenco mi perro?” Y, repitiéndole el nombre de podenco muchas veces, envió al loco hecho una alheña. Escarmentó el loco y retiróse, y en más de un mes no salió a la plaza; al cabo del cual tiempo, volvió con su invención y con más carga. Llegábase donde estaba el perro, y, mirándole muy bien de hito en hito, y sin querer ni atreverse a descargar la piedra, decía: “Este es podenco: ¡guarda!” En efeto, todos cuantos perros topaba, aunque fuesen alanos, o gozques, decía que eran podencos; y así, no soltó más el canto.» Quizá de esta suerte le podrá acontecer a este historiador: que no se atreverá a soltar más la presa de su ingenio en libros que, en siendo malos, son más duros que las peñas.

Museo Julio Romero de Torres


El Museo Julio Romero de Torres contiene la mayor colección del pintor cordobés. Está situado en Córdoba, (España).

Tras la muerte de Julio Romero de Torres, el 10 de mayo de 1930, Francisca Pellicer viudad del pintor, y sus hijos, Rafael, Amalia y María, decidieron la creación de un museo dedicado a la memoria del artista cordobés legándolo a la ciudad de Córdoba,si bien se realizó con la condición de que su acceso fuera gratuito, hoy día tal hecho no se cumple. De esta manera, el 23 de noviembre de 1931 se crea el museo siendo inaugurado por parte del presidente de la república, Niceto Alcalá Zamora. En el año 1934, se compra la casa conlindante, siendo inaugurado el actual museo en el 24 de mayo de 1936. La última remodelación data del año 1992, para la instalación de sistemas de iluminación y seguridad, así como para la renovación de parte de las estructuras del museo.

La Orden de 7 de julio de 1997 se acuerda la inscripción de este museo en el Registro de Museos de Andalucía. (BOJA 91 de 7 de agosto de 1997).

La Resolución de 25 de febrero de 1998, de la Dirección General de Instituciones del Patrimonio Histórico, hace pública la relación de los museos inscritos y anotados preventivamente en el Registro de Museos de Andalucía entre los que se encuentra éste. (BOJA 38 de 4 de abril de 1998).

Con la Resolución de 19 de diciembre de 2001 se le concede una subvención de 1.200.000 ptas. (7.212,15 € ). (BOJA 20 de 16 de febrero de 2002).

Obras

  • Amor místico
  • Ángeles
  • Ángeles y Fuensanta
  • Arcángel San Rafael
  • Bendición
  • Boceto de Ysolina Gallego
  • Cabeza de santa
  • Cabeza de vieja
  • Cabeza empezada
  • Cabeza sin terminar
  • Camino de bodas
  • Cante hondo
  • Carmen
  • Cartel corrida benéfica de toros
  • Cecilia Roballo
  • Concepción Magacén
  • Concepción Ruiz Frías
  • Conchita Triana
  • Contrariedad
  • Córdoba 1912
  • Córdoba 1916
  • Diana
  • El cohete
  • El pecado
  • En la ribera
  • Encendiendo la mecha
  • Escritor Cristóbal de Castro
  • Eva
  • Flor de Santidad
  • Fragmento de un retrato
  • Fuensanta
  • Horacio de Castro Carboné
  • Horas de angustia
  • Isabel Llopis de Luque
  • La Argentinita
  • La chiquita buena
  • La chiquita piconera
  • La Condesa de Colomera
  • La copla
  • La escopeta de caza
  • La gracia
  • La muerte de Santa Inés
  • La nieta de Trini
  • La niña de la jarra
  • La niña de la rosa
  • La niña del candil
  • La sibila de las Alpujarras
  • La Virgen de los faroles
  • Magdalena
  • Manuel Ruiz Maya
  • Margarita Nelken
  • María de la O
  • María Pilar
  • Marta
  • Mary Luz
  • Ministro Barroso y Castillo
  • Mira qué bonita era!
  • Monjita
  • Mujer de Córdoba
  • Mujer de la pistola
  • Naranjas y limones
  • Nieves
  • Nocturno
  • Nuestra Señora de Andalucía
  • Ofrenda al arte del toreo
  • Poema de Córdoba
  • Poeta Joaquín Alcaide Zafra
  • Rafaela
  • Retrato de Amalia Romero de Torres
  • Retrato de don Jose Antonio Gómez
  • Retrato de joven
  • Retrato de María Aguilar
  • Retrato de Ysolina Gallego
  • Rosarillo
  • Salomé
  • Salud
  • Samaritana
  • Tte. General Diego Muñoz Cobos y Serrano.
  • Viva el pelo


Alminar de la Mezquita- Catedral


























El alminar fue levantado por Abderrahmán III y convertido en la actual torre barroca a fines del siglo XVI. La toma de la ciudad por Fernando III obligo a la conversión de la mezquita en templo cristiano, sin realizar apenas modificaciones. Posteriormente sí se llevaron a cabo nuevos trabajos que iban transformando el conjunto de la mezquita; los Reyes Católicos ordenaron levantar en el interior una nave en dirección este-oeste en la zona de la ampliación de Abd al-Rahman II. El Alminar es el lugar desde donde se llamaba a la oración en Córdoba en el periodo islámico.
El Alminar original se encontraba en el actual patio de los naranjos y fue construido por
Hixam I, más tarde durante el mandato de Abderramán III se destruyó al ampliarse el patio y se hizo uno nueva en el siglo X. La actual torre barroca, se hizo en el siglo XVI envolviendo el antiguo alminar.

Plaza de la Corredera


Plaza de la Corredera es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Córdoba. Única plaza mayor cuadrada de Andalucía. Situada en el centro de la ciudad, a la bajada de la Calle Rodríguez Marín o Espartería. Tiene su entrada y salida a través de los llamados Arco Alto y Arco Bajo.

El espacio ocupado por la plaza ha ha sido profundamente remodelado con el paso del tiempo. La plaza ha sido utilizada con diferentes fines, principalmente festivos, tales como las corridas de toros, organización de juegos de caña, etc., derivándose el actual nombre de la plaza de este hecho.

Se cree que hasta el siglo XV, la plaza de la Corredera fue una gran explanada extramuros de la Medina o ciudad alta cordobesa. La morfología actual, proviene del proyecto del arquitecto salmantino Antonio Ramós Valdés, quien bajo mandato del Corregidor Francisco Ronquillo Briceño, construyó un rectángulo semirregular de 113 metros de largo y 55 metros de ancho, en 1683.

Las descripciones que encontramos de la época nos la muestran tal y como era en el siglo XVII:

"(...) lo que allí se ve de notable es la plaza mayor, cerrada por casas hermosas semejantes a las de la Plaza de Madrid sostenidas de pórticos y de arcadas donde están establecidos los más ricos mercaderes de la ciudad y en los días de las grandes giestas del año, se dan corridas de toros, como vivimos en Madrid. Esta plaza está en uno de los extremos de la ciudad (...)"
A. Jouvin (Siglo XVII)
"(...) casi todas las fachadas de la construcción sobresalen hacia fuera con terracillas de madera, la mayor parte con tres y unas pocas con cuatro planos, por o que cuando se hacen las fiestas se agregan alrededor de las escalinatas de madera, decoradas ricamente con telas de varios coloeres sin dejar desnudas las pilastras que las sostienen, Donde se sitúan las damas, ponen sobre el tapiz grandísimos cojines de terciopelo y de brocado y, en suma, no queda parte alguna de la palza que no se va o llena de pueblo o embellecida con adornos. En el centro de uno de los lados mayores hay un edificio muy bueno, ene le cual está la Cárcel Pública. Juanto a éste está la antedicha casa en la que tiene su lugar acotado el Corregidor y los Veinticuatro regidores de la ciudad..."
A. Guzman Reina. (Córdoba, siglo XVII).

La Plaza de la Corredera siempre fue un alto enclave comercial hasta el siglo XX. La descripción de Pío Baroja en La Feria de los Discretos es un claro ejemplo de cómo era la plaza en el siglo XIX:

(...) No había dejado de los arcos rinconadas sin puesto ni columna sin tenderete al pie. En el fondo de los proches aparecían los portales de las posadas, con sus patios clásicos y sus nombres castizos como la posada de la Puya del Toro...Las alpargaterías ostentaban como enseña sus ruedos de pleita: los establecimeintos de bebidas, sus anqueles llenos de botellas de colores; las tiendas de los talabarteros, sus jáquimas, cinchas y atahares; las triperías, las vejigas y cedazos hechos de piel de burro de Lucena. Aquí, un tejedor de caña iba construyendo cestas; allá, un baratillero poníen en montón unos cuentos libros grasientos, y cerca, una vieja entantigua sacaba del fondo de una sartén una rodaja de merluza y la ponía sobre una lámina de hoja de lata.
Pío Baroja (siglo XIX)

A finales de siglo XIX, en 1896, se construye en mitad de la plaza, un edificio tendente a albergar el mercado de abastos.

Es en el año 1959, cuando Antonio Cruz-Conde, alcalde de Córdoba, aprueba el derribo del edificio de mitad de la plaza, para realizar uno en el subsuelo. En esta construcción se encontraron numerosos mosaicos romanos, que hoy en día se encuentran expuestos en el Alcázar de los Reyes Cristianos.

Entre los edificios que dan forma a la plaza destaca el Mercado de Sánchez Peña o las Casas de Doña Ana Jacinta. El actual Mercado de Sánchez Peña sirvió de sede consistorial así como cárcel, hasta que en el siglo XIX, 1846, el empresario cordobés José Sánchez Peña, compró el edificio e instaló allí la más moderna industria de Córdoba con máquinas de vapor para crear una fábrica de sombreros, instalando a los obreros en la parte alta del inmueble donde tuvieron sus viviendas.Sorprende al viajero encontrar en el centro de la andaluza Córdoba una plaza al estilo de las típicamente castellanas como las de Madrid o Salamanca, por mencionar las más famosas. En sus soportales se encuentran tiendas de artesanía, tabernas típicas y bares con terrazas en la superficie de la plaza. Tiene aparcamiento subterráneo, lo que facilita la visita al turista. Está situada a escasos quince minutos de la Mezquita. Vale la pena visitarla y pasar un rato agradable al sol matutito o vespertino. EnLa Plaza de la Corredera es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Córdoba. Única plaza mayor cuadrada de Andalucía. Situada en el centro de la ciudad, a la bajada de la Calle Rodríguez Marín o Espartería. Tiene su entrada y salida a través de los llamados Arco Alto y Arco Bajo. Se edifica sobre lo que fue hasta el s. XV una gran explanada de extramuros de la Medina cordobesa donde se reunían arrieros, chamarileros, y se utilizó para ocasionales celebraciones de corridas de toros y juegos de caña por lo que le vino su posterior nombre de Plaza de la Corredera, se urbanizó un recinto cerrado modelo de las plazas mayores castellanas, dentro de la estética urbanística barroca, cuyos accesos principales ocupan los vértices del rectángulo. Fue cárcel y casa de corregidor, así como una importante fábrica de sombreros en el s. XIX, y luego un mercado. Hoy sigue albergando el mercado y otras dependencias municipales.los dias calurosos es recomendable la visita nocturna ya que está iluminada con mucho acierto.

Arco del Triunfo











La actual Puerta del Puente de la ciudad de Córdoba (España) se sitúa en un enclave donde antaño también se localizaron puertas romanas así como musulmana (Bab Alqantara, Bab al Wadi, Bab al Yazira o Bab al Sura). En época romana unía la ciudad con el Puente Romano y la Via Augusta.

En el siglo XVI, el ayuntamiento decidió dotar a la ciudad de una mejor puerta debido al estado en que se encontraba la que se existía desde hacía siglos. De esta manera el 18 de febrero de 1572 el ayuntamiento del Corregidor Licenciado Arteaga acuerda construir la Puerta del Puente.

Los motivos esgrimidos fueron principalmente que era una de las puertas principales de la ciudad, (era por tanto la que recibía más trasiego de personas y aprovisionamientos), y la necesidad de agrandarla y embellecerla. Los motivos renancentistas en la construcción de la puerta, fueron fuertes entre las autoridades de la ciudad, debido al interés por adecentar en su medida la ciudad.

La Puerta del Puente la comienza Francisco de Montalbán aunque pocos meses después es Hernán Ruiz III el que se hace cargo de la obra, debido a la duda que el diseño que cobraba la puerta fuera diferente al esperado. De esta manera la Puerta casi triplicó el presupuesto inicial (de 1.400 a 3.100 ducados). Sin embargo, parece ser que la obra quedó parada durante un cierto tiempo en su inicio hasta prácticamente cuatro años después, hasta el año 1576, donde Hernán Ruiz continuó con su trabajo. Sin embargo, debido posiblemente al endeudamiento del ayuntamiento y la falta de fondos, la misma quedó inconclusa.

A principios del siglo XXI, se procede a una primera limpieza de la Puerta del Puente, además que se realizan unas catas arqueológicos en el subsuelo de la misma. Por otra parte en el año 2005, comienzan las obras de remodelación completa de la Puerta del PuenteEl corregidor Francisco Zapata de Cisneros será quien solicite a Hernán Ruiz III la construcción de esta puerta, el principal acceso a Córdoba, por lo que fue construida a modo de arco triunfal, con un vano único y dos columnas dóricas a cada lado, sosteniendo un entablamento rematado por una amplia cornisa. En el centro hallamos una cartela con una inscripción que alude a la fecha de ejecución y nombre del patrono que la encargó y otra en la que se menciona a Felipe II. Sobre las inscripciones se remató la construcción con un frontón semicircular, desgraciadamente sin concluir.

lunes, 26 de enero de 2009

Templo Romano


La ciudad española de Córdoba posee los restos de un templo romano, que fue descubierto en los años cincuenta del siglo XX durante la ampliación del ayuntamiento.[1] Se encuentra situado en el ángulo formado por las calles Claudio Marcelo y Capitulares. No es el único templo que tuvo la ciudad, pero sí fue posiblemente el más importante de todos, así como el único conocido por excavación arqueológica. Es un templo pseudoperíptero, hexástilo y de orden corintio de 32 metros de largo por 16 de ancho.

Su construcción se comenzó durante el reinado del emperador Claudio (41-54 d.C.) y se terminó unos cuarenta años después, durante el reinado del emperador Domiciano (81-96 d.C.).[2] Supuestamente estaba dedicada al culto imperial. Sufrió algunas modificaciones en el siglo II, reformas que parecen coincidir con el cambio de ubicación del foro colonial.

En la zona ya habían sido encontrados elementos arquitectónicos, tales como tambores de columnas, capiteles, etc. todo ello de mármol, por lo que la zona era conocida como los marmolejos. Esta zona de Córdoba pudo constituirse entre el siglo I y el siglo II, como el foro provincial de la Colonia Patricia, título que recibió la ciudad durante la dominación romana.

El edificio estaba situado sobre un podium y estaba conformado por seis columnas en su fachada frontal y por diez columnas en cada uno de los laterales. Actualmente, los únicos restos que quedan del edificio son su cimentación, la escalera, el altar y algunos fustes de columnas y capiteles. Las formas que se ven hoy día son el resultado del proyecto de reconstrucción llevado a cabo a mediados del siglo XX, en los años cincuenta y sesenta, tras el descubrimiento de los restos hallados durante la construcción del Ayuntamiento de Córdoba. Lo que actualmente puede contemplarse se debe a las reconstrucciones llevadas a cabo por el arqueólogo Antonio García Bellido y el arquitecto Félix Hernández. Tanto los pilares como los fustes fueron construidos para la reconstrucción por Félix Hernández.

Lo más destacado del conjunto son los cimientos: los que sustentaban el edificio propiamente dicho y los contrafuertes delanteros, dispuestos en forma de abanico y apoyados en un muro (parte del cual es hoy visible en el Ayuntamiento), los cuales creaban un soporte para evitar que se desplazase por el peso del conjunto, construido completamente en mármol. Este tipo de sujección, llamada antérides, no era frecuente en el Imperio, lo cual supone un valor añadido al conjunto cordobés. Las antérides junto a los masivos cimientos del templo nos hablan de la magnitud que debió tener el templo, ampliamente visible desde la Vía Agusta, principal via de entrada por el este, que corría paralela al circo.

Alrededor pueden verse algunos fragmentos originales del templo, tales como piezas de tambores o capiteles. Otros restos fueron llevados al Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba para su mejor conservación, como algunos relieves que allí se exponen, y donde también se hallan algunos de sus capiteles, mientras que varios fustes de sus columnas se pueden observar en la plaza de las Doblas.

El templo fue construido a lo largo de la segunda mitad del siglo I. El conjunto comenzó a construirse en época del emperador Claudio (41-54) aunque no se culminaría hasta el reinado de Domiciano (81-96), momento en el que se le dota de agua. Sufrió algunas modificaciones en el siglo II, reformas que parecen coincidir con el cambio de ubicación del foro provincial que se traslada al entorno del actual Convento de Santa Ana. Los materiales empleados en su construcción fueron variados.

El material empleado fue casi exclusivamente mármol, desde las columnas a los muros, pasando por la cubierta y el entablamento. La calidad del mármol y la de la talla del mismo nos hablan de que su construcción fue llevada a cabo por artesanos con altísima cualificación, situando el resultado al nivel de los más bellos edificios del imperio.

El templo se situó en el límite de la Colonia Patricia, en la zona donde se ubicaba parte del lienzo oeste de la muralla. Las construcciones del interior, al igual que el lienzo de muralla, fueron destruídos para levantar el templo. El terreno fue allanado, creándose una terraza artificial donde se dispuso una plaza en medio de la cual se dispuso el templo.

La plaza estaba cerrada en tres de sus lados, el norte, este y sur (así lo indícan los restos encontrados bajo el edificio situado en la esquina de Claudio Marcelo con Diario Córdoba, mientras que la oeste quedaba abierta para conectar visualmente con el circo.

Aunque no se tienen datos documentales, la situación del templo en la plaza porticada abierta al circo, ha llevado a los investigadores a identificar el templo como parte del conjunto dedicado al culto imperial, esto es, a los emperadores romanos divinizados.

El templo romano situado en el ángulo formado por la calle Claudio Marcelo y Capitulares, no es el único que la ciudad tuvo, pero si fue posiblemente el más importante de todos, así como el único conocido por excavación arqueológica. El monumento es un templo pseudoperíptero, hexástilo y de orden corintio de 32 metros de largo por 16 de ancho.

En la zona ya habían sido encontrados elementos arquitectónicos, tales como tambores de columnas, capiteles, etc... todo ello de mármol, por lo que era conocido como los marmolejos.

Esta zona de Córdoba pudo constituirse entre el siglo I y el siglo II, como el foro provincial de la Colonia Patricia, título que recibió la ciudad durante la dominación romana.

Samuel de los Santos, entonces director del Museo Arqueológico, y Félix Hernández fueron los directores de la excavación, en 1951. La interpretación de los restos que iban siendo

Las formas que vemos hoy día son el resultado del proyecto de reconstrucción llevado a cabo a mediados del siglo XX, en los años 50 y 60, tras el descubrimiento y puesta en valor de los restos hallados durante la construcción del Ayuntamiento. Lo que actualmente contemplamos se debe a las reconstrucciones llevadas a cabo por el arqueólogo Antonio García Bellido y el arquitecto Félix Hernández. Tanto los pilares como los fustes fueron construidos para la reconstrucción por Félix Hernández.

Lo más destacado del conjunto son los cimientos: los que sustentaban el edificio propiamente dicho y los contrafuertes delanteros, dispuestos en forma de abanico y apoyados en un muro (parte del cual es hoy visible en el Ayuntamiento), creaban un soporte para evitar que se desplazase por el peso del conjunto, construido completamente en mármol. Este tipo de sujeción, llamada antérides, no era frecuente en el Imperio, lo cual supone un valor añadido al conjunto cordobés. Las antérides, junto a los masivos cimientos del templo, nos hablan de la magnitud que debió tener el conjunto, ampliamente visible desde la Vía Augusta, principal vía de entrada por el este, que corría paralela al circo romano.

Alrededor pueden verse algunos fragmentos originales del templo, tales como piezas de tambores o capiteles. Otros restos fueron llevados al Museo Arqueológico para su mejor conservación, como algunos relieves que allí se exponen, y donde también se hallan algunos de sus capiteles, mientras que varios fustes de sus columnas los podemos en la Plaza de las Doblas.

El templo fue construido a lo largo de la segunda mitad del siglo I d.C.. El conjunto comenzó a construirse en época del emperador Claudio (41-54) aunque no se culminaría hasta el reinado de Domiciano (81-96 d. C.), momento en el que se le dota de agua. Sufrió algunas modificaciones en el siglo II, reformas que parecen coincidir con el cambio de ubicación del foro provincial que se traslada al entorno del actual convento de Santa Ana.

El material empleado fue casi exclusivamente mármol, desde las columnas a los muros, pasando por la cubierta y el entablamento. La calidad del mármol y de la talla del mismo nos hablan de que su construcción fue llevada a cabo por artesanos con altísima cualificación, situando el resultado al nivel de los más bellos edificios del imperio. Delante del templo, ante las escaleras de acceso al mismo, le situaba el ara o altar, lugar donde ser realizaban las prácticas religiosas.

El templo se situó en el límite de la Colonia Patricia, en la zona donde se ubicaba parte del lienzo oeste de la muralla. Las construcciones del interior, al igual que el lienzo de muralla, fueron destruidos para su construcción.

El terreno fue allanado, creándose una terraza artificial donde se dispuso una plaza en medio de la cual se alzaba el templo.

La plaza estaba cerrada en tres de sus lados, el norte, este y sur (así lo indican los restos encontrados bajo el edificio situado en la esquina de Claudio Marcelo con Diario de Córdoba, mientras que la oeste quedaba abierta para conectar visualmente con el Circo.

Aunque no se tienen datos documentales, la situación del templo en la plaza porticada abierta al circo, ha llevado a los investigadores a identificar el templo como parte del conjunto dedicado al culto imperial, esto es, a los emperadores romanos divinizados.

El 29 de mayo de 2007 el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía declara el conjunto Bien de Interés Cultural.

descubiertos fue realizada por el arqueólogo Antonio García y Bellido.

Hospital Cardenal Salazar




Este edificio, enclavado en pleno barrio de la Judería y muy cercano a la Catedral, fue antaño el Hospital del Cardena o de Agudosl, uno de los ejemplos más interesantes de la arquitectura civil del siglo XVIII en la ciudad.

Aunque desempeñó durante siglos las funciones de Hospital, la idea original de su fundador no fue esa, sino la de levantar en ese espacio un Colegio para los acólitos y niños de Coro de la Catedral. Con este motivo el promotor de la obra, el Cardenal fray Pedro de Salazar y Toledo, perteneciente a la Orden de la Merced, compró en 1701 la casa solariega de don Antonio Carlos del Corral, situada frente al convento de San Pedro de Alcántara. El proyecto para esta obra se encargó al arquitecto Francisco Hurtado Izquierdo, quien por entonces desempeñaba el cargo de Maestro Mayor de la Catedral.

Los trabajos se iniciaron con gran celeridad, sin embargo, en 1704 Córdoba se vio asolada por una terrible epidemia de peste y ello puso de manifiesto la escasez de centros asistenciales que tenía la ciudad, lo que impulsó a los dos Cabildos -municipal y eclesiástico- a solicitar del Prelado que desistiera de su primitiva idea y convirtiese su primer proyecto en un hospital que sirviera para remediar la precaria situación sanitaria de la ciudad, idea que el Cardenal, por entonces Obispo de Córdoba, aceptó de buen grado, dotando a la nueva fundación de rentas cuantiosas.

El hecho de que la obra estuviera ya casi acabándose cuando fue decidido el cambio de funciones, justifica la circunstancia de que su planta no se ajuste por completo al modelo tradicionalmente empleado para las construcciones hospitalarias.

El edificio presenta planta casi rectangular, en la que se inscriben dos patios de desigual desarrollo, en torno a los cuales se estructuran las diversas dependencias que componen el recinto

  • El Patio Principal, sobrio y bien proporcionado, es cerrado y de doble planta, solución que se da con frecuencia en la arquitectura cordobesa de esos años. Muestra vanos rectangulares rematados por frontoncillos triangulares en el cuerpo inferior y curvados en el superior, articulándose en vertical por medio de pilastras. A este patio abren galerías cubiertas por bóvedas de aristas apeadas en ménsulas, tanto en la planta alta como en la baja.
  • El Patio Claustral, también de dos plantas, presenta arcos de medio punto de ladrillo sobre columnas en la zona inferior, en tanto que la parte superior, cerrada, tiene vanos rectangulares cuya única decoración la constituye el sencillo marco de fábrica que lo rodea.

Entre ambos patios está colocada la escalera principal del edificio, que destaca al exterior como torreón; muy bella de proporciones, está concebida en dos tramos de sentido inverso unidos por un amplio descansillo y con embocadura de arco doble. La cubrición se hace por medio de una bóveda de cañón con lunetos.

Entre las dependencias conservadas del antiguo edificio conviene destacar las antiguas Capillas Alta y Baja -actualmente convertidas en aulas-, ambas de planta rectangular con cubiertas abovedadas en las cabeceras y de cañón escarzano en la nave. Sobre la puerta de acceso a la Capilla Baja se halla un pequeño edículo avenerado,de estética setecentista y diseño similar al de un ático de retablo, en el que está alojada una imagen del Arcángel San Rafael, representado con sus tradicionales atributos: el bordón de peregrino y el pez.

En el exterior la construcción muestra también dos pisos, cuyos vanos se decoran con idéntico ritmo al del patio, con frontones triangulares y curvos separados por dobles pilastras. La portada, distribuida en dos cuerpos y realizada en piedra, es adintelada con columnas exentas laterales; por encima corre el entablamento que marca el tránsito al segundo cuerpo, donde se abre el balcón flanqueado por segmentos de frontón curvo, rematándose con un arco de medio punto sobre pilastras que cobija el escudo del Cardenal. La clave del arco se resalta con un relieve a manera de acrótera con irónica cabeza de querube, a juego con la notable serie de "rostrillos" monstruosos que adornan la cornisa del edificio.

A lo largo del siglo XIX y en el XX el Hospital fue cambiando y ampliando sus dependencias y así pasó a ser Colegio Universitario en 1970. Rafael de la Hoz Arderius construyó el vestíbulo de columnas previsto como antesala de un Salón de Actos que nunca se llevó a cabo.

En 1980 se proyectó la ampliación del recinto con nuevos espacios de estética pretendidamente postmoderna, que rompe el armónico vestíbulo de la Hoz. Esta obra, terminada en 1987, contiene Biblioteca, Salón de Actos y Despachos. El proyecto ha sido realizado por el arquitecto Rafael Daroca y las obras se han realizado bajo la dirección de

  • En las contraventanas del segundo cuerpo del patio principal pueden verse todavía nombres y fechas de pacientes que allí estuvieron ingresados. Algunas de ellas se remontan al siglo XVIII, pudiendo apreciarse tipo de grafía, distinto a actual.
  • Existe la creencia de que hay fantasmas que se pasean de noche por los pasillos de la actual facultad, espíritus de enfermos que murieron allí. Destaca el hecho de que, todavía a principios del siglo XXI, las limpiadoras que entraban a primera hora al edificio, lo hicieran por parejas, no dejando pasar a los estudiantes que iban llegando hasta que las luces estaban encendidas.

La Judería


Se conoce por Judería a la zona de la ciudad española de Córdoba que fue, entre los siglos X y XV, el barrio en el que vivían los judíos. Se encuentra situada al noroeste de la Mezquita Catedral, en la zona comprendida entre las calles Deanes, Manríquez, Tomás Conde, Judíos, Almanzor y Romero.

Es una de las zonas más visitadas por los turistas ya que, además de la Mezquita, en ella se pueden ver monumentos como la Sinagoga, el Zoco Municipal o el Museo Taurino, entre otros. vivió una época esplendorosa cuando los tres pueblos (cristiano, judío y musulmán) con sus religiones correspondientes convivían pacíficamente, ofreciendo al mundo ejemplo de tolerancia e inteligente civilización. Las tres lenguas de babel se las ingeniaban para coexistir y cada pueblo para rezar en armonía y en sus propias lenguas a su dios. Caminando por la Judería, por la Calle de los Judíos encontramos en la actualidad una magnífica estatua en bronce dedicada a Maimónides, el gran filósofo y médico judío cordobés. Él buscaba la verdad, el sentido de la vida, buscaba el conocimiento, la razón que permite a los hombres ser mejores. Maimónides rechazaba la fe ciega en credos, en ese fanatismo que anula toda libertad de pensamiento y de acción. Maimónides disfrutaba de esa Córdoba de la libertad, del respeto del otro.

La mayoría del pueblo judío vivía entonces bajo gobierno del Islam, y fue entonces cuando se inició el largo y brillante período de la simbiosis judeoárabe de Córdoba. Durante los cuatro siglos de hegemonía Omeya, las actividades culturales, artísticas y comerciales de los musulmanes hicieron de Al-Andalus el país el más culto de Europa. Los historiadores hablan con admiración de Córdoba, capital del Califato Omeya, que se convirtió en un magnífico centro cultural con sus lagos y parques, palacios rutilantes y mezquitas. La corte atrajo y ejerció su mecenazgo sobre poetas y filósofos, hombres de letras y ciencias.

Durante el siglo X Córdoba fue el mayor centro económico y cultural de Occidente y un ejemplo de convivencia entre diferentes culturas, judíos, cristianos y musulmanes.

En el 756 el Omeya Abd-al-Rahman I, convirtió a Córdoba en la capital de la España musulmana y durante los siguientes 250 años se conviertió en uno de los mayores centros comerciales e intelectuales del mundo. En el 929, Abd-al-Rahman III, proclamó el califato y la ciudad alcanzó su máximo esplendor en rivalidad con Damasco y Bagdad, centros de gran prosperidad económica e intelectual. A partir del siglo XI, con la desintegración del poder musulmán en España, parte del logro cultural de Córdoba se perdió, aunque permaneció como centro de literatos y eruditos. En el siglo XII destacó la actividad de los filósofos Averroes y Maimónides. En 1236 Fernando III el Santo tomó la ciudad y la integró en el Reino de Castilla.

Córdoba fue y sigue siendo aún hoy un ejemplo vivo de realidad multicultural y multiétnica, un reflejo de lo que ha sido su historia bimilenaria, trazada a partir de diversas civilizaciones, culturas, religiones, filosofías e ideologías que han forjado, pese a algunos periodos de intransigencia y persecuciones, la imagen de una ciudad en la que es posible la convivencia entre gentes diversas que pertenecen a razas distintas, practican religiones diferentes y tienen variadas ideologías.


Real Monasterio de S.Jerónimo

El Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso es la primera obra del gótico cordobés. El monasterio fue fundado a principios del siglo XIV por parte del ermitaño portugués Hermano Vasco. Tras venir de Italia donde acudió a perfeccionar su fe eremética, volvió a Córdoba decidido a crear la Orden de San Jerónimo de la cual no había por entonces representación en España. De propiedad privada, el 21 de noviembre de 1980 es declarado bien de interés cultural

Origen del Monasterio

Vista aérea de San Jerónimo
Recabando apoyos para su obra, encontró la ayuda de Inés de Pontevedra y su marizo Diego Fernández de Córdoba, el alcaide de los Donceles, los cuales donaron en el año 1394 los terrenos necesarios para que el Hermano Vasco construyera su monasterio en las faldas de Sierra Morena en un paraje conocido como Valparaíso. La obra del propio monasterio no comenzó hasta el año 1408 cuando el prelado Fernando González Deza y Biedma concede autorización para la misma ampliándola en 1420 con doce cahíces de pan terciado cada año, trescientas arrobas de vino, mucho aceite, y las vertientes, o como ahora llamamos, Laderas de San Jerónimo.[1]
La fachada principal, decorada con muchos balcones y ventanas simétricamente colocados, presenta una bonita perspectiva. La portada, sin duda más moderna, es de piedra, como todo el edificio, y en el centro tiene un medallón de mármol blanco con un relieve representando a San Jerónimo.
En el interior llama la atención el patio principal claustrado con columnas de orden dórico. Sus bóvedas son góticas, y la parte alta la corona una extensa y hermosa azotea. Hay en estos claustros cuatro excapillas, y al lado de la que llamaban de la Pasión fue enterrado el doctor Antonio de Morales, padre de Ambrosio, cronista de Felipe II, quien en una lápida de mármol blanco le puso la siguiente inscripción, aún existente cuando visitamos aquel edificio. Decía así: D. O. M. S. Antonius Morales Cordubensis honesto et undequaque probatissimo genere ortus, Medicinae doctor praestantissimus, quem plangunt pauperes, inclamant divites, et tota pene Baetica ademptum luget hic situs est. Obiit anno salutis MDXXXV. Hoc tibi, care pater, natus cum carmine saxum Dat, coeca obscurus ne tegereris humo. Nil majus potuit pietas perculsa dolore Quod dedit haec meritis inferiora tuis.
Todo el edificio en general es muy hermoso y digno de haberlo dedicado a algún objeto útil, como el manicomio que quiso establecer allí el notable médico contemporáneo don Antonio de Luna, de quien nos ocupamos en nuestro paseo por el barrio del Salvador y Santo Domingo de Silos.
El refectorio y la sala de capítulos eran notables. La iglesia antigua aún existe adosada a la moderna. Es esférica y por ella se entra en el panteón de la comunidad, en que existen algunas bovedillas.
La segunda, labrada en 1704, tiene una bonita portada gótica de mármol blanco. El interior tenía, y aún conserva en parte, un simétrico embaldosado blanco, rojo y azul; de estos dos últimos colores eran también el zócalo que rodeaba todo el templo, y del que se arrancaron algunos tableros para hacer los sepulcros que en la iglesia de San Hipólito guardan los restos de Fernando IV el Emplazado y su hijo Alfonso XI
En la parte de pavimento que ha desaparecido le tocó igual suerte a la lápida que cubría los restos del obispo don Pedro de Córdoba y Solier, de quien ya hablamos al hacer mención del famoso don Alonso de Aguilar. Era el siguiente: D. O. M. ¡Ecce hospes! fueram qui nobilitatis origo Hoc humil i Petrus nunc premor in tumulo. Corduba cognomen, patriam, sedemque peramplam Mi dedit, ac sedes vitaque bulla fuit. Quod nunc es fuimus, quod nunc sumus ipse futurus Quam cito preatereat nostra figura, vides. Obiit anno domini 1476.
Poco adorno daban a esta iglesia los retablos de altares, en su mayor parte pintados en el muro. Pero lo era y muy notable, por lo que interesaba a nuestra historia, otro que el abandono y la incuria han hecho desaparecer. Allí lucían, como recuerdo de nuestras glorias, los trofeos militares que los marqueses de Comares dejaron para colocar sobre su sepulcro, no existentes, y con los despojos y banderas que los Reyes Católicos recogieron en la conquista de Granada y dedicaron a este monasterio, hospedaje de ellos el tiempo que se detuvieron en Córdoba para los aprestos militares, antes de emprender y realizar tan gloriosa empresa. Las habitaciones en que éstos moraron eran las contiguas al coro.
Varias otras curiosidades conservaba esta comunidad con el aprecio y cuidado necesarios. Entre las reliquias debemos citar la espina de la corona de Jesús, con auténtico, que hoy existe en el convento del Cister, como en su lugar dijimos, teniendo concedido rezo propio en día determinado, cuya bula hemos leído; la pequeña campana del Abad Sansón y el ciervo de bronce, resto de la célebre Medina Azahara, de que hablamos en el Museo Provincial , donde existen; una espada que perteneció a Aliatar, famoso alcaide de Loja; un capacete de hierro con cenefa de metal, en que había unas letras tan borradas que no podían leerse; un cuchillo como de una tercia, con puño de marfil y la hoja dorada; un puñal; un coleto de gamuza forrado de acero y claveteado por fuera con tachuelas; un acicate y una bocina -estos objetos se decía haber pertenecido al Gran Capitán-; un puñal y varias alhajas del Rey Chico de Granada, y por último, la capa de coro que ya dijimos haberse hecho del traje del corsario Barbarroja. Lástima es grande que no se hayan conservado estas antigüedades, que, como el ciervo y la campana, podían lucir en el museo.
Los monjes de San Jerónimo bajaban a la ciudad para cuanto se les ofrecía, cabalgando unas magníficas mulas que al efecto tenían, y se hospedaban en la hoy casa número 7 de la calle de San Felipe, que era de su propiedad y tenían destinada a este objeto.
Tanto en la iglesia como en otros puntos de aquel edificio reunieron los jerónimos algunas buenas pinturas, entre ellas dos o tres de nuestro célebre paisano Pablo de Céspedes, de quien tan poco conservamos.